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Los estudios de diseño y los vehículos concebidos no son cosa de estos días, y es que ya hace 50 años (y mucho antes) la marcas ya presentaban al mundo sus mejores modelos y en 1972, Mercedes llegó al Auto Show de Ginebra con un vehículo fuera de serie; el Mercedes-Benz C 111-II.

El diseño es bastante extravagante para lo que estamos acostumbrados a ver desde Mercedes aún en nuestros días, pero en aquel año de 1972, cuando compartió stand con el Mercedes SL y el Mercedes S600 con un diseño mucho más convencional, definitivamente destacó como una pepita de oro en medio de trozos de carbón y las cámaras se enfocaron completamente en él.

Mercedes-Benz C 111-II, una construcción revolucionaria

Mercedes-Benz C 111-II

Este es en realidad el segundo modelo de una familia completa de vehículos de prueba que Mercedes desarrolló. Foto: Mercedes-Benz

Más allá de su carrocería reforzada con fibra de vidrio con un diseño sumamente afilado y sus puertas de ala de gaviota que destacaban en todo el evento, lo más emocionante de este deportivo alemán estaba bajo el cofre, donde encontramos un motor Wankel de cuatro rotores de apenas 602 cc, mismo que generaba 350 caballos de fuerza y 392 lb-pie de torque, algo descomunal cuando piensas que el auto de producción más veloz de aquella época, el Lamborghini Miura P400S apenas generaba 370 caballos de fuerza valiéndose de un enorme bloque V12 de 3.9 litros.

Como ya puedes adivinar por el nombre, este es en realidad el segundo modelo de una familia completa de vehículos de prueba que Mercedes-Benz desarrolló, y de hecho su antecesor fue el primer modelo que se diseñó completamente a través de un software de computadora.

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Mercedes-Benz C 111-II, el legendario auto cumple 50 años. Foto: Mercedes-Benz

Poco después de su presentación, la marca alemana permitió a un grupo muy selectivo de periodistas realizar algunas vueltas de prueba circuito de Monthoux, donde la marca propuso una prueba a su responsable de desarrollo, Rudolf Uhlenhaut, quien debería llevar una barra de mantequilla sobre el cofre y conducir a toda velocidad por el circuito, para después revisar su estado al concluir la prueba. El resultado fue asombroso, el motor Wankel se calentaba tan poco que la barra de mantequilla permaneció prácticamente intacta.

Todo lo anterior se combinó para que la marca alemana recibiera enormes ofertas, incluso con cheques en blanco, sin embargo, la firma se mantuvo firme en sus ideales de utilizar únicamente el vehículo como auto de pruebas y no comercializarlo de ninguna manera.

En total se produjeron 13 unidades del C111-I y II, que poco después se acompañaron por dos unidades de la serie III, que contaba con un motor turbodiésel con 228 caballos de fuerza.